Un paso importante.

 

Nosotros, los “afortunados” que tenemos el inmenso honor de pertenecer al selecto club de la ataxia estamos muy acostumbrados a hablar de barreras con las que nos topamos habitualmente. Y es que, como si de una oferta se tratara, por el mismo precio nos incluyen en otra cofradía más extensa, de personas con discapacidad, con todo lo que ello conlleva. Es por eso que somos especialistas en el conocimiento de todo tipo de barreras y obstáculos con los que nos encontramos cotidianamente y que, con mejor o peor resultado, tratamos de superar cada día de nuestra existencia.

 

Así pues, conocemos de forma fehaciente, por sufrirlo directamente en nuestras propias carnes, las barreras arquitectónicas, sanitarias, sociales, mentales… Sí, es cierto que son muchas y muy variadas, y a todas ellas nos enfrentamos con singular tesón. Sin embargo, hoy aquí nos vamos a centrar en una que nunca habíamos tratado, pero qué nos es muy propia por las circunstancias neurológicas de nuestra enfermedad. 

 

Se trata de una barrera real, interna aunque física; e inherente a cada uno de nosotros como miembros de la especie humana: barrera hematoencefálica, se llama.

 

A muchos, esta locución le sonará a algo nuevo pero es una de las expresiones científicas que aprendimos los pioneros de este gremio atáxico, ya que desde el primer momento en el que empezó a interesarnos la investigación en este ámbito nuestro, se convirtió en una de las principales objeciones para investigar medicamentos que fueran activos en el tratamiento de la ataxia. 

 

Resulta que, como el cuerpo humano es muy sabio, existe una especie de membrana selectivamente permeable que regula el paso de moléculas desde el torrente sanguíneo al tejido cerebral. Así, a grandes rasgos podemos decir que si trata de una especie de filtro que controla qué moléculas pueden ingresar en el tejido del encéfalo, protegiéndolo de fluctuaciones provocadas, por hormonas, electrolitos,  virus, bacterias, potenciales neurotoxinas y otras sustancias que puedan ser perjudiciales.

 

Esta barrera realiza tan bien su función que constituye un verdadero obstáculo para la investigación de posibles fármacos que traten la ataxia y otras enfermedades cerebrales, ya que se estrellan contra este inexorable muro biológico diseñado para la supervivencia humana.

 

Pues bien, una buena noticia para todos nosotros es que recientemente un grupo de médicos españoles han conseguido, aunque de momento solo en monos, abrir una rendija en esta especie de muralla y suministrar fármacos que podrían tratar diferentes dolencias neurológicas. El estudio ha demostrado que usando ultrasonidos de baja intensidad, se puede abrir durante unas horas la barrera hematoencefálica para hacer llegar al cerebro los fármacos deseados.

 

Somos perfectamente conscientes de que estas técnicas hasta que lleguen a tratar enfermedades minoritarias como la nuestra tienen que pasar muchos años porque son muy caras. Solamente la tecnología de baja frecuencia empleada para este estudio cuesta alrededor de un millón de euros y no digamos si a eso hay que  añadir lo que cuesta el proceso de investigación con animales superiores y todo eso… pero bueno, evidentemente es un paso adelante en la ciencia que influirá más pronto que tarde en la lucha contra la ataxia.

 

En fin, aunque estamos acostumbrados al desaliento, no hay que caer en el desánimo de siempre. Esto no deja de ser una buena noticia que no podíamos dejar pasar sin pena ni gloria en un lugar como éste, en el que celebramos cualquier avance en la investigación científica, y mucho más sí de alguna forma nos atañe.  Está claro que algún día será el nuestro. 

 

¡Que no decaiga!

 

Noticia  en: https://elpais.com/ciencia/2023-04-19/una-nueva-tecnica-abre-la-puerta-del-cerebro-a-tratamientos-neurologicos-sin-precedentes.html

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