Movimientos descoordinados y pérdida de equilibrio: ¿síntoma o enfermedad?

Ataxia es una palabra de origen griego que significa “sin orden” o “incoordinación” de movimientos.
 
 
 
 
La Ataxia es un trastorno que se caracteriza por la progresiva disminución de la capacidad coordinativa de movimientos.
Una de sus principales manifestaciones es el temblor de partes del cuerpo durante la realización de movimientos voluntarios. A diferencia de la enfermedad de Parkinson, la Ataxia es un síntoma característico de más de trescientos procesos degenerativos.
Además de temblores de las diferentes partes del cuerpo durante la realización de movimientos voluntarios, existe una clara incapacidad a la hora de controlar la amplitud de los mismos (lo que se conoce como dismetría). Por ello, es característico de las personas con ataxia presentar dificultades para llevar a cabo movimientos precisos e incluso para mantener el equilibrio de la postura corporal.
La Ataxia es el resultado de un daño en el cerebelo, la parte del cerebro encargada de controlar la coordinación muscular y sus conexiones.

 

Queda claro entonces que al hablar de ataxia no se hace referencia a una patología sino a un síntoma, ocasionado por una variedad de procesos, los que a su vez pueden cursar con ataxia como síntoma principal y a veces otros síntomas (como deformidades esqueléticas, cardiopatías e, incluso, alteraciones del modo de hablar).

 

¿Por qué se produce la Ataxia?

En muchos casos la ataxia se produce por la pérdida de función en el cerebelo, ya que éste es el encargado de coordinar los movimientos para que sean fluidos y precisos. También puede deberse a la presencia de alguna anomalía en las vías principales que se encargan de conducir los impulsos nerviosos hacia el interior del cerebelo y desde el cerebelo hacia los efectores motores.

Entre las afecciones que pueden causar ataxia se incluyen los accidentes cerebrovasculares, los tumores, la degeneración cerebral, la esclerosis múltiple, determinados medicamentos y trastornos genéticos.

La ataxia puede tener una presentación gradual, o aparecer de forma repentina. Como se mencionó anteriormente es un síntoma que supone:

  • Mala coordinación de los movimientos de las extremidades
  • Alteración en la estabilidad de la marcha
  • Dificultad en tareas de motricidad fina, como prender el botón de una camisa
  • Disartria: modificaciones en la articulación de la palabra
  • Alteraciones en los movimientos oculares, con visión borrosa o diplopía
  • Dificultades en la deglución

 

Y, a su vez, pueden coexistir otras situaciones como perturbación de la capacidad sensitiva, convulsiones, y otras alteraciones, como cardiopatías, desórdenes endocrinológicos y hasta demencia.

Otras causas de ataxia son las enfermedades llamadas degenerativas (ataxias degenerativas) como la atrofia multisistémica (AMS), donde aparecen otros síntomas asociados como el parkinsonismo.

Las lesiones sobre la base del cerebro pueden ser adquiridas, como por ejemplo por consumo de alcohol, por efecto de ciertos medicamentos (como barbitúricos, sedantes, algunas quimioterapias), puede ser por toxinas (como envenenamiento por metales pesados, solventes), puede ser nutricional (por déficit de ciertas vitaminas), puede relacionarse con problemas de tiroides, por enfermedades inmunológicas (como la esclerosis múltiple) o trastornos autoinmunes (como la enfermedad celíaca). También puede ser secundaria a infecciones o traumatismos.

 Finalmente existen las causas hereditarias donde una alteración en la codificación de una proteína dificulta la función de las neuronas principalmente a nivel cerebeloso y medular, provocando su degeneración, y evolucionando en forma progresiva con los problemas de coordinación motora.

Las distintas mutaciones genéticas causan diferentes tipos de ataxia, que en su mayoría tienen en común este carácter progresivo que se mencionó, pero con síntomas y signos específicos a su vez en cada caso.

 

¿Existe tratamiento para éste trastorno?

El diagnóstico de ataxia es siempre clínico, dónde se detallarán antecedentes familiares y personales. Estos datos de la historia clínica se complementarán con un examen neurológico minucioso, incluyendo el control de la vista, del equilibrio, de la marcha.

Se analizarán mediante exámenes complementarios otras variables: del medio interno, a través de análisis de laboratorio de sangre y/o otros fluidos, o estructurales a través de estudios por imágenes. Finalmente pueden ser necesarias pruebas genéticas, que están disponibles para algunos tipos de ataxias hereditarias.

El tratamiento dependerá de la causa que dé lugar a la ataxia. Hay otras situaciones donde no se requiere intervenir, ya que pueden resolver por sí solas, como por ejemplo cuadros de ataxia asociados a cerebelitis viral.

En general si se indican medidas de neuro rehabilitación kinésica y la terapia ocupacional para favorecer estrategias de sustitución y adaptativas estimulando la plasticidad cerebral, y muy frecuentemente también en algún momento de la evolución se indican dispositivos adaptativos como bastones o andadores, dispositivos de comunicación para hablar.

Puede ser necesario también instrumentar otras terapias farmacológicas para otros síntomas asociados, como la rigidez, los temblores, etc.

Sin duda es un desafío vivir con ataxia, padecerla o tener un ser querido con este síntoma puede hacer sentir a la persona aislada, puede producir depresión o ansiedad.

Por eso, la federación de ataxias de España ofrece servicios encaminados a mejorar la calidad de vida  de las personas que padecen algún tipo de ataxia brindando apoyo y ofreciendo mucha información actualizada sobre estrategias de manejo de síntomas, de estudios y ensayos clínicos y a veces de novedades terapéuticas.

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