Desde que se descubrió la insulina en 1921, son innumerables los avances que se han producido en el control y tratamiento de la diabetes, pero es sobre todo en los últimos años cuando la digitalización de la salud y la evolución de la tecnología han cambiado de manera drástica el manejo de la diabetes.
Hace mas de 10 años que estamos asistiendo una transformación constante de los cuidados del paciente crónico, donde cada vez es mayor la implicación de la persona en su autocuidado. Y en esto ha tenido mucho que ver la tecnología y la trasformación digital de la sociedad: igual que no consumimos cine, música, “amor”, etc. como antes, tampoco interactuamos con nuestra salud como antes; aplicaciones móviles, redes sociales, blogs de pacientes, podcasts y otras herramientas han facilitado que las personas con diabetes puedan acceder a mas información, compartirla con sus pares, con los profesionales, sin barreras, y eso es algo que inevitablemente ha cambiado la conversación.
Hace tiempo que el profesional sanitario no es, o no debería ser, esa persona que “propone y dispone “, si no que debería ser la persona que acompaña en la toma de decisiones a una persona adecuadamente informada y mas independiente en la gestión de su día a día.
Pero no solo la trasformación digital ha venido a cambiar el discurso y la relación médico paciente, sino que la incorporación de la tecnología de manera, podríamos decir, más generalizada, con los sistemas de motorización continua (MCG) ha cambiado la forma de ver y tratar la diabetes a pacientes y profesionales.
La MCG han sido un a autentica revolución, y ha cambiado totalmente nuestra forma de ver la diabetes. Nos ha enseñado que hasta hace muy poco, los controles de glucemia digital solo nos mostraban fotogramas de una película, en los que, junto con la hemoglobina glicosilada (HbA1c), basábamos nuestras decisiones terapéuticas, tanto los profesionales como las personas con diabetes en su día a día. Su uso generalizado nos ha mostrado la película entera, a veces mejor y a veces peor que los fotogramas, pero siempre diferente y que de manera inevitable ha modificado las decisiones que tomamos en el día a día y en la consulta, y que en general se han traducido en un mejor control y una mayor calidad de vida. En definitiva nos ha mostrado la otra cara de la diabetes.
Pero la tecnología no es solo MCG y aunque actualmente sea la más extendida y ha sido y sigue siendo una auténtica revolución, llegan, para quedarse, los sistemas híbridos de asa cerrada que indudablemente están cambiando los paradigmas del manejo de la diabetes y de los programas de educación diabetológica.
Hace años que se iniciaron los primeros tratamientos con bomba de insulina, primero acompañados de controles de glucemia capilar (ahora cuesta creer que lo manejáramos de esa manera), después con sistemas de MCG en asa abierta para evolucionar a la semilla de los actuales sistemas híbridos de asa cerrada, que fueron los sistemas de suspensión en hipoglucemia y posteriormente de suspensión predictiva.
¿Y qué es lo que ha cambiado con la incorporación de estos sistemas?
Cuando se iniciaron tratamientos con bomba en asa abierta (ya fuera con glucemia capilar o con MCG) los criterios médicos de selección para su inicio eran muy estrictos (mal control medido por HbA1c, variabilidad glucémica, hipoglucemias, fenómeno del alba, etc.) pero sobre todo se exigía al candidato/a que fuese “perfecto/a”: autocontrol, alto grado de educación diabetológica, contar raciones, etc. Daba la sensación (sobre todo a las personas con diabetes) de que se había convertido en un premio para “los buenos pacientes”, limitándose su uso a un número reducido de personas con diabetes. Sin embargo, los sistemas de asa cerrada han cambiado completamente esta perspectiva. Los criterios de selección han cambiado y ya no solo son candidatos aquellos que presentan mal control (medido por HbA1c o por tiempo en rango) variabilidad glucémica o hipoglucemias, sino que se tiene en cuenta la calidad de vida, del sueño y la reducción de la carga relacionada con el manejo diario de la diabetes (personas con excelente control pero a qué precio, cuantas horas de su vida dedican a su diabetes o a la de sus hijos). Pero sobre todo ha cambiado la selección del candidato, ya no solo es el “buen paciente” al que se le ofrece, sino también (y disculpas por el adjetivo) al “malo”, todos mejoran de manera muy significativa, por lo que claramente no hay que esperar al paciente ideal, también puede beneficiarse aquel no tan implicado, pero evidentemente ha de cumplir unos requisitos mínimos de implicación y motivación
¿Y qué pasa con los programas de educación terapéutica?
Pues que se han tenido que adaptar de maneara inevitable a las nuevas tecnologías y a los nuevos perfiles de pacientes, pero eso no quiere decir que no sigan siendo necesarios. Es algo que he defendido y seguiré defendiendo: la educación diabetológica es una necesidad y un derecho
Aprovecho estas líneas para dar las gracias a los que realmente han cambiado este discurso y de los que hemos aprendido mucho de lo que sabemos hoy: las personas con diabetes. Gracias a blogueros, comunidades, asociaciones y en especial al movimiento DIY (Do It Yourself) que ha facilitado sin duda la llegada de los sistemas comerciales de asa cerrada, y a cada uno de los que pasáis por nuestras consultas cada día y nos enseñáis tanto.
Autora: Cintia González Blanco
Endocrinología y Nutrición.
Consorcio Hospital General Universitario de Valencia.
Colaborador docente Universidad de Valencia.
CIBER-BBN