Nosotros también somos Ucrania
En varias ocasiones hemos hablado del tema, y en este momento nos vemos obligados a rescatar lo dicho con anterioridad sobre la famosa “coraza atáxica”.
Y es que a veces puede dar la sensación de que nosotros, los atáxicos, no hacemos otra cosa que mirarnos el ombligo. Parece que lo único que hacemos es lamer nuestras propias heridas y sobrevivir como podemos dentro de nuestra burbuja de cristal.
En realidad casi siempre es así, para qué negarlo; porque bastante tenemos con lo nuestro. Y es que (y a esto es oportuno ponerle voz de Félix Rodriguez de la Fuente) si el individuo atáxico no estuviera protegido por su coraza protectora sería pasto de los carroñeros ambientales y sociales que acechan continuamente en cualquier rincón oscuro de su propio cerebro con el fin de minar sus endebles defensas y hacerse con su mente, y así destruir lo que quedaba más sano.
Pero no siempre esto es así; vivimos en el mundo, respiramos el mismo aire que los demás y también nos afectan las mismas cosas que al resto de los mortales. Hasta tal punto somos como los demás que si nos pinchan sangramos.
Es por ello que cuando el mundo vive unos momentos oscuros también son tristes para nosotros. Tampoco para nosotros es digerible que la vida humana sea tan barata y se juegue con ella de esa forma tan ruin y mezquina. Dudamos, como cualquier persona de bien, que nadie se arrogue el poder el poder de designar quién vive o quién muere. Nadie puede matar inocentes, aunque sea invocando el nombre de cualquier dios o siguiendo las veleidades y delirios de grandeza de cualquier sátrapa que se cree un semidiós, y por tanto, dueño y señor de las vidas de los que considera sus siervos.
Nada, absolutamente nada, justifica la barbarie de truncar una vida, de segar atrozmente sus ilusiones y sus esperanzas, de poner fin mucho antes de lo previsto a los planes de futuro hechos con plena ilusión, de romper bruscamente el amor, los anhelos, las ideas… en definitiva destruir todo lo que conlleva la vida.
Y por extensión, nada puede excusar una guerra, pues por muy moderna que sea, no deja de ser la forma más despiadada e inhumana de segar muchas vidas de manera indiscriminada. Una guerra busca el exterminio brutal de todo un pueblo y es la forma más salvaje e irracional de solucionar problemas, que todavía pervive en algún lugar no tan remoto, al parecer, de la mente humana.
Después de más de un mes de horror, no hace falta explicarlo más ni meternos en profundos análisis y someras explicaciones, pues a estas alturas de la película ya todos tenemos clara nuestra opinión personal. No obstante, lo que no podemos dejar pasar es solidarizarnos desde estas páginas con el pueblo ucraniano, que sufre diariamente en su seno el dolor descarnado que produce la muerte de inocentes, para dar cabida al antojo de un orate caprichoso con el poder de infligir una lección de muerte y miedo, tanto al conjunto de la sociedad libre como a los que manda a ejecutar sus planes que también mueren por obligación y engañados en la mayoría de los casos.
Así pues, como colectivo atáxico, queremos solidarizarnos con el pueblo ucraniano y hacerle llegar nuestro afecto y nuestra cercanía a su dolor. En este sentido y como no podría ser de otra forma, FEDAES, la Federación de Ataxias de España, quiere decir bien alto:
ми теж україни