Días agridulces
Llegados a estas alturas del año en el que el astro rey comienza a desperezarse alcanzando en pocos días la altura máxima en ese cielo renovado y azul; ese tiempo en el que las sangres más jóvenes efervescen en unas venas que realizan actos titánicos de contención; esa época en que los graciosos pajarillos dejan oír sus alegres trinos, dejando en el aire notas que llaman al amor; esa estación en la que las flores lucen sus mejores galas de llamativos colores para llamar la atención de intrépidos insectos que liben su esencia más íntima y así fecundar descuidadamente sus pistilos sedientos de amor… pues llega también el momento en el que es ineludible sentarse cara a cara con el fisco y poner negro sobre blanco lo acontecido económicamente hablando durante el año pasado, que en estas lides se llama ejercicio.
Son estos, sin lugar a dudas, unos días agridulces en los que se mezclan sentimientos muy humanos sí, pero muy antagónicos. Por un lado te das cuenta que pagas impuestos por todo: pagas cuando trabajas, pagas cuando duermes, pagas cuando viajas, pagas cuando comes, pagas siempre. En estos lances es extremadamente fácil venirse abajo si te paras a pensar con detenimiento que pagas hasta cuando … Y todo ésto te hunde la moral, más que nada porque te sientes un verdadero “pagafantas” y que un Gran Hermano te vigila y controla todo lo que haces por íntimo que sea.
Sin embargo, por otro lado te gusta ver, cuando revisas el borrador de tu declaración del IRPF que te propone Hacienda que ya refleja el conjunto de donaciones que has hecho a Fedaes durante todo el ejercicio, dinero destinado a fomentar diferentes proyectos nacionales e internacionales de investigación en ataxias, becas de investigación, ensayos clínicos, etc
A pesar de todo te sientes, hasta cierto punto, mejor porque estás contribuyendo a tu propia curación y además ello te beneficia fiscalmente. Algo es algo. Ya que tienes la desgracia de tener que dedicar tus ahorros a luchar contra la enfermedad que te corroe a ti o a tus hijos o familiares, pues al menos que” tía Hacienda» nos dé un respiro.
Quizás no esté de más recordar que lo anterior es posible gracias al denuedo de Fedaes, que se ha esforzado siempre por cumplir todos los requisitos necesarios para obtener desde mayo del 2011 la consideración de “entidad de utilidad pública”, que no es otra cosa que el reconocimiento oficial del carácter colaborador de esta entidad sin ánimo de lucro con los poderes públicos en la consecución de bienes de interés general para la sociedad.
No olvidemos que año a año hay que seguir cumpliendo estas condiciones iniciales para continuar ostentando este reconocimiento y disfrutando de los beneficios fiscales que proporciona dicha mención, que para el común de los mortales son la deducción del 20% por las cuotas de afiliación a la federación, así como por las cantidades donadas para la realización de actividades que efectúen en cumplimiento de sus fines, como lo es el fomento de la investigación en nuestro campo, y en general, por las donaciones puras y simples de bienes que deban formar parte del activo material de la entidad donataria y que contribuyan a la realización de actividades que efectúen en cumplimiento de sus fines específicos.
Y no tendríamos perdón terrenal ni espiritual si olvidáramos mencionar, en el presente escrito editorial correspondiente a este mes tan fiscal, la necesidad de marcar con la “X solidaria” la casilla denominada “fines sociales”, la 106, en nuestra declaración sobre Renta.
Ya sabes de sobra que con este simple gesto haces que se destine un 0,7% de tus impuestos a programas sociales que realizan las ONG. De esta forma se benefician los colectivos más desfavorecidos, sin ningún coste económico para ti.
Posiblemente no sepas, o acaso no te has parado a pensar, que de ahí salen fondos que financian directamente algunas de las actividades que realiza Fedaes. Por ejemplo los talleres online y presenciales gratuitos, de fisioterapia y logopedia, tan demandados por nuestros socios y allegados de otras Enfermedades Raras. Talleres grupales de disciplinas tan útiles para enfermos de nuestro gremio atáxico, y que, por cierto, comienza en estos días el segundo ciclo destinado especialmente a aquellos que no pudieron asistir al anterior.
En definitiva, que los impuestos, manque nos pese, son imprescindibles para mantener el “Estado de Bienestar” en el que está inmersa nuestra sociedad, y destinar un 0,7% de lo recaudado contribuye a ayudar específicamente a las personas más vulnerables.
Todavía, después de tres décadas en las que el contribuyentes tienen el poder de decidir el fin solidario de una parte de sus impuestos, hay un alto porcentaje de los mismos no lo hace, posiblemente por olvido, lo cual habría que hacérselo mirar como síntoma de una sociedad enferma de dejadez. Aunque la otra opción que se nos ocurre, que sería no marcarla porque simplemente no le da la gana al contribuyente, sí que evidenciaría un signo palpable de una sociedad podrida, y esto sería peor.